Incendios forestales
En lo que va del año ya se duplicó la cantidad de hectáreas incendiadas registradas en 2021
El escenario no es para nada alentador y sin un cambio de políticas a largo plazo no se pueden esperar mejoras en uno de los flagelos que se producen como consecuencia del cambio climático.
En los escasos 40 días que lleva el 2022 y teniendo en cuenta únicamente los incendios que afectan a la provincia de Corrientes, la Argentina ya duplicó la cifra de hectáreas arrasadas por las llamas que se había registrado en todo 2021. El alarmante dato no hace más que volver a poner de relieve la dimensión del daño ocasionado por el cambio climático, con las prolongadas sequías y la mano irresponsable del hombre, que suele ser el principal responsable de los focos ígneos que se devoran constantemente enormes porciones de bosques y pastizales nativos que cumplen un rol fundamental para la biodiversidad.
Según la información recopilada por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, hasta el 27 de enero se contabilizaba un total de 162.425 hectáreas arrasadas por las llamas. Sin embargo, por la fecha de corte del registro de la cantidad de área perdida ante el fuego no se encuentra incluido el desastre ecológico y económico de Corrientes, donde se perdieron grandes porciones de pastizales, palmares y montes, así como arrozales. Las imágenes del daño ambiental ocasionado por los incendios en Corrientes pudieron divisarse incluso desde el espacio.
De acuerdo a las estimaciones -parciales, ya que las llamas todavía no fueron sofocadas- realizada por expertos de la estación Corrientes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) la provincia litoraleña perdió 519 mil hectáreas por los incendios, es decir casi el 4% de su territorio: el 58% de las áreas afectadas son humedales como esteros, bañados, malezales y vegetación de valles aluviales; el 35% fueron pastizales; y el resto, 7%, bosques, tanto nativos como cultivados.
Una vez que las estadísticas del SNMF estén actualizadas con la información que proporcione el Gobierno de Corrientes, y de corroborarse el dato del INTA, el número será impactante: en tan sólo 40 días se habrán quemado 681.425 hectáreas, mientras que en todo 2021, según el organismo que está en la órbita del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se habían quemado 331.000 hectáreas. Es decir, en menos de dos meses, se habrá registrado un aumento del 105% en la cantidad de espacio calcinado en comparación con todo el año anterior, que fue el período con menor pérdida por incendios forestales de los últimos cinco años.
El reporte del SNMF señala que la provincia más afectada por los incendios -sin el dato de Corrientes- fue Chubut, con 80.165 hectáreas convertidas en ceniza; seguida por La Pampa, con 32.684; San Luis, con 26.701; Salta, con 7.085; y Río Negro, con 6.445.
Las sequías, cada vez más frecuentes, son un indicio de los efectos del cambio climático, por lo que el accionar humano, con o sin intención de generar un incendio, terminan formando un combo letal para los ecosistemas. Hasta el momento, catorce provincias declararon la emergencia hídrica en sus territorios: Buenos Aires, Chaco, Chubut, Catamarca, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, San Juan, Santa Fe, La Rioja, Misiones, Tucumán y algunos municipios de Córdoba. En tanto, siete declararon la emergencia ígnea: Chaco, Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Fe, Misiones y Catamarca. Por su parte, Corrientes estableció la emergencia ígnea y agropecuaria.
Las provincias del Noreste Argentino (NEA) y las zonas ribereñas del Río Paraná son las más afectadas por los incendios forestales en lo que va del año. Los relevamientos satelitales muestran una región que arde de manera alarmante: una imagen del Fire Information for Resource Management System (FIRMS) de la NASA da cuenta de los focos ígneos que se registraron en enero pasado.
Los incendios forestales pueden generarse por causas naturales, siendo la más común la caída de rayos durante tormentas eléctricas; o antrópicas, es decir la actividad humana, como fuegos intencionales o fogones mal apagados: el 95% de los focos ígneos tienen la mano del hombre detrás.