Embajador de la Luz
Javier Milei viaja hacia Miami en una gira insólita
El Presidente será reconocido como "Embajador Internacional de la Luz" por la comunidad Jabad Lubavitch. Además se verá con el dueño de la red social X, un premio consuelo luego de no haber podido concretar un encuentro con Biden.
Sold out. El cartel, más habitual cuando no quedan más zapatillas de un modelo, figura en el sitio web de The Shul, la comunidad de Jabad Lubavitch de Bal Harbour, en Miami, que distinguirá al presidente Javier Milei este miércoles. El "todo vendido" hace alusión a las mesas de la cena de recaudación que será el marco en el que Milei recibirá la distinción "Embajador Internacional de la Luz", un premio más bien desconocido y que no se otorgó a otros presidentes.
En realidad, la movida del mandatario, acompañado de su hermana, es parte de la sobreactuación del alineamiento de Milei con Estados Unidos e Israel. En ese terreno, el elenco presidencial no consiguió el premio mayor: el embajador norteamericano Marc Stanley hizo gestiones para un encuentro de Milei con Joe Biden, pero no se concretó.
Seguramente tuvo relevancia el desagrado que causó en la Casa Blanca el encuentro Milei-Donald Trump, en el encuentro de las derechas cerca de Washington. No obstante, el Presidente se lleva algo así como un premio consuelo: el sábado se verá con Elon Musk, el megamillonario republicano, interesado en el litio argentino y en las posturas de derecha de Milei. El final de la excursión del mandatario estará en Dinamarca, donde posará con los aviones F-16 de origen norteamericano, que el país europeo se quiere sacar de encima. Esos aparatos se le ofrecieron a Ucrania, pero Volodimir Zelensky, presidente de ese país, pese a que está desesperado por armamento para la guerra con Rusia, los consideró obsoletos. El enigma es quién va a pagar los aparatos, por lo cual muchos piensan que todo es más show que realidad.
Un reconocimiento en Miami
Como se sabe, desde hace años, Milei viene coqueteando con una de las ramas ortodoxas del judaísmo, Jabad Lubavitch, corriente que se ha multiplicado en el mundo. Es un movimiento de seguidores del rabino, fallecido en 1994 en Nueva York, Menachem Mendel Scheerson, a quien se atribuyen numerosos milagros y sanaciones. Cada comunidad de Jabad es independiente y la de Bal Harbour celebra este miércoles que terminó de pagar la hipoteca de la construcción de uno de los centros sociales y religiosos más grandes de la ciudad. Con ese motivo, realiza la cena e invitó a Milei y Karina, en una especie de dos por uno: a ambos le darán el reconocimiento como Embajadores Internacionales de la Luz.
No faltan quienes sostienen que la base es el respaldo de Milei al gobierno de Benjamin Netanyahu en Israel, pese a que dentro mismo de Israel el primer ministro está cuestionado, tanto por no haber previsto el siniestro ataque de Hamás como por los posteriores bombardeos indiscriminados. Sin embargo, Jabad tiene una relación más bien ambigua con Israel. El punto central, es el alineamiento con Estados Unidos y, en cierta medida, también con Donald Trump. The Shul no es oficialmente trumpista, pero la gran mayoría de su comunidad es votante del expresidente.
Como siempre, habrá que prestarle atención al discurso de Milei en un tema que es una obsesión: su presencia internacional como líder de la derecha. En la comunidad argentina de Miami, en clave de chiste, ya circula una humorada: “Qué extraño que le den la nominación de Embajador de la Luz a alguien que justamente pide que le bajen la luz, que siempre quiere hablar más bien en la sombra, tanto cuando concurre a un canal como en el reciente Foro Económico”. Efectivamente, Milei siempre exige que no haya mucha luz donde se presenta.
Se cayó el gran premio
El viaje de Milei no tiene justificación ni urgencia alguna, en especial teniendo en cuenta la situación del país y los conflictos de todo tipo. De manera que, rápidamente, le pidieron al equipo de Cancillería que arme algunas actividades que no sean simples razones personales-espirituales del mandatario. Milei, entonces, hablará en la Universidad de La Florida y se supone que se encontrará con algunos empresarios.
El premio mayor que se buscaba era un encuentro con Biden, gestión que encaró el embajador norteamericano en Buenos Aires, Marc Stanley. Dicen que todos los embajadores norteamericanos consideran una gran medalla conseguir un encuentro del presidente del país en el que están asignados con el inquilino de la Casa Blanca. El rumor es que, al menos por ahora, la reunión Biden-Milei está en veremos. Quienes conocen los pasillos de Washington aseguran que cayó muy mal el encuentro adulador de Milei con Trump en la Convención Conservadora. En esa ocasión, Milei le dijo “ojalá sea el próximo presidente”, algo impropio y, además una intromisión en la política norteamericana.
El segundo premio
Lo que apareció en el horizonte como segundo premio es una visita a la fábrica de automóviles eléctricos Tesla, para un encuentro con su dueño, Elon Musk, el segundo hombre más rico del planeta, también propietario de la red que antes era Twitter y ahora se llama X, y especialmente de la compañía espacial SpaceX.
Musk habló con Milei por teléfono varias veces, se declaró ultraliberal y coincidente con las posturas del presidente argentino, aunque actualmente le está reclamando al gobierno norteamericano que imponga fuertes aranceles a los autos eléctricos chinos: por primera vez, el fabricante BYD, chino, superó a Tesla en la cantidad de vehículos eléctricos vendidos en el mundo. Por eso, Musk pide protección.
En otro andarivel, al empresario norteamericano le importa mucho el litio argentino y ya amagó en venir a Salta para negociar con el gobierno de esa provincia algún tipo de presencia e inversión. Es un mineral vital para las baterías y los autos, por lo menos en la actualidad. Al mismo tiempo, ya está en la Argentina su empresa de internet satelital, Starlink.
Aviones de rezago
Finalmente, Milei seguirá viaje desde Estados Unidos a Dinamarca donde se encontrará con la primera ministra de ese país, Mette Frederiksen. Todo indica que se sacará una foto con alguno de los aviones F-16, norteamericanos, sobre la que el gobierno firmó una carta de intención. Son aparatos en desuso y que ni siquiera Ucrania aceptó.
La gran pregunta sobre esos aviones es cómo se van a pagar, teniendo en cuenta que “no hay plata”, como dice Milei. En este caso no sólo harían falta más de 300 millones de dólares, sino el posterior costo de mantenimiento y entrenamiento. Estados Unidos proveerá el armamento (los aviones vienen sin armamento) por unos 40 millones de dólares y ya ha hecho saber que donará ese dinero. Pero la cifra principal está en los aviones mismos.
En el viaje a Europa, donde se encontrará con el ministro de Defensa, Luis Petri, también va a sobrevolar otra cuestión: la participación argentina en la guerra Ucrania-Rusia. En Defensa dicen que “está muy verde”, entre otras razones porque “no hay plata”. Sin embargo, el tema será tratado por Petri en Bruselas, hacia a donde irá el ministro después del paso por Copenhague.
Entre una cosa y otra, Milei estará una semana fuera del país. No parece haber explicación razonable para semejante excursión.