7 de 10 prendas, chinas

La apertura importadora de Milei se lleva puesta a la industria local

Un informe de la cámara sectorial precisa que en relación al 2024, las importaciones de textiles asiáticos crecieron 109 por ciento, casi 20 puntos más que el promedio general. Salieron a bancar un proyecto de aranceles que impulsa Pichetto.

Milei, se puso en alerta y empezó a denunciar públicamente el efecto de destrucción que está produciendo el ingreso de producto chino sin controles. Y la penetración que tiene en la matríz general de ventas totales. En paralelo, salieron a bancar un proyecto de Miguel Pichetto para controlar lo que ingresa por las plataformas de venta on line Shein y Temu.

En un informe muy duro, la Fundación Protejer, que reúne a las empresas del sector, aseguró que con Milei, “siete de cada diez prendas vienen de China”. El trabajo, titulado sin eufemismos (“China invade el placard de los argentinos: la avalancha de ropa barata y de baja calidad está creciendo sin parar”), detalla que “en solo tres años, China pasó de explicar poco más de la mitad de los despachos de importación textil en Argentina a representar siete de cada diez prendas que ingresan al país. El avance es tan acelerado como profundo: entre enero y octubre de 2024 y el mismo período de 2025, las importaciones de origen chino crecieron 109%, mientras que el promedio general lo hizo un 89%”.

Cuando se mira por categorías, según el detalle, se observa que “la concentración es todavía más fuerte”: en tejidos de punto, por ejemplo, China explica 94% del total ingresado al país en 2025; en indumentaria, 71%; y en confecciones terminadas, 68%. Argumenta Protejer que “este fenómeno tiene una explicación doble. Por un lado, se explica por el desmantelamiento y falta de aplicación de regulaciones comerciales que funcionaban como mecanismos lógicos de protección del comercio leal, todas normas avaladas por la OMC. Se eliminaron herramientas como la declaración jurada de composición del producto, los valores criterio de importación (clave para prevenir subfacturación), los controles sobre etiquetado y talles, se flexibilizo el régimen de dumping y se siguen postergando las regulaciones de sustancias nocivas en productos textiles. Estas medidas no frenan el comercio, sino que garantizan transparencia, trazabilidad y competencia con reglas claras. Al desaparecer, se abrió un canal de ingreso sin controles, algo impensado para cualquier país desarrollado”.

El segundo factor, detallan, “es el uso masivo del régimen de courier y la irrupción de plataformas digitales chinas que operan directamente sobre el consumidor argentino, sin pasar por importadores, distribuidores ni comercios locales”. Estas plataformas –como Shein, AliExpress o Temu– “ingresan productos por vía aérea, sin pagar aranceles debido a las flexibilizaciones del sistema puerta a puerta y sin controles de calidad, composición de producto o contenidos químicos, utilizando un esquema original pensado para envíos personales y de bajo valor. A eso se le suma un componente decisivo: los subsidios estatales chinos a los envíos internacionales, a través de programas como ePacket y China Post, que reducen drásticamente los costos logísticos y permiten ofrecer precios finales más bajos que las materias primas que se utilizan en la producción nacional, incluso considerando fletes internacionales”.

“Mientras Argentina desregula, el mundo regula”

Este modelo, explica la cámara sectorial, es conocido como ultrafast fashion. “Combina escala productiva, digitalización, algoritmos capaces de detectar tendencias en tiempo real y una logística global integrada que va directamente de la fábrica a la puerta de cada consumidor”, detallaron. Pero aclararon que “detrás de esa eficiencia se oculta un funcionamiento basado en prácticas laborales que no cumplen con las reglamentaciones de la OIT, condiciones ambientales laxas, opacidad productiva y un esquema que erosiona no solo la producción local, sino también los canales comerciales tradicionales, las marcas nacionales y el empleo asociado a toda la cadena textil e indumentaria. Mientras Argentina desregula, el mundo regula”.

Aclara el trabajo que la trayectoria del ultrafast fashion no es un fenómeno aislado. “Es parte de una nueva arquitectura global que combina plataformas digitales, algoritmos, producción masiva, logística instantánea y vacíos regulatorios. Y mientras que los países desarrollados avanzan para fiscalizar, regular e incluso sancionar este modelo, Argentina peligrosamente recorre el camino inverso: flexibiliza controles y elimina exigencias”, precisaron.

El informe da cuenta de que en Europa, por caso, comenzó a trazarse un límite concreto. En junio de 2025, Francia aprobó una ley pionera contra la moda ultrarrápida. La norma impone un eco-impuesto por prenda, que arrancará en 2026 con 5 euros y llegará a 10 euros en 2030. También obliga a mostrar un eco-score ambiental con información sobre trazabilidad y ciclo de vida del producto, y prohíbe la publicidad del ultrafast fashion a partir de 2026, incluyendo redes sociales e influencers. La Comisión Europea, a su vez, discute eliminar la exención de impuestos a los envíos de bajo valor —la puerta de entrada de millones de paquetes de moda desde China— e incorporar una tasa por paquete procedente por fuera de la UE para financiar controles aduaneros reforzados. También propone crear un sistema de vigilancia aduanera.

En Estados Unidos, Trump eliminó la exención conocida como de mínimos, que dejaba ingresar productos de menos de 800 dólares sin aranceles. A partir de ese momento, todo paquete que ingrese al país —independientemente de su valor— debe pagar impuestos, cumplir control aduanero formal y demostrar origen y composición.

México siguió un camino similar. A partir de agosto 2025, comenzó a gravar con un 33,5% los envíos de plataformas digitales provenientes de países sin acuerdo comercial —como China— que antes ingresaban bajo régimen simplificado.