La edad en la que los niños pueden comenzar a correr y los riesgos de la competencia prematura

El nombre de Sara Meloni, una nena de 7 años, comenzó a cobrar difusión hace poco más de un año, luego de que el 1 de mayo de 2018 batiera un récord europeo que llamó la atención en el mundo del atletismo. Esta pequeña corredora italiana completó aquella vez una prueba de 10K, la BiBi, que se desarrolla en la […]

El nombre de Sara Meloni, una nena de 7 años, comenzó a cobrar difusión hace poco más de un año, luego de que el 1 de mayo de 2018 batiera un récord europeo que llamó la atención en el mundo del atletismo. Esta pequeña corredora italiana completó aquella vez una prueba de 10K, la BiBi, que se desarrolla en la localidad de Borghetto Santo Spirito, en apenas 50 minutos y un segundo.

La marca, que significaría la mejor en ruta en la categoría femenina, fue convalidada en los registros oficiales recién el 3 de marzo pasado. Duró apenas semanas, ya que hace unos días volvió a quebrar el récord en la BiBi: esta vez hizo 44 minutos y 44 segundos, alcanzando el tercer puesto de la clasificación general.

En los archivos históricos y considerando hasta los 13 años, no hay niñas que hayan podido lograr tal tiempo en la misma distancia. La actuación es impresionante para una nena de su edad. Pero así como despertó sorpresa y admiración, la labor de la pequeña disparó cuestionamientos, dirigidos hacia su padre, Piernicola Meloni, quien también es su entrenador y oficia de “liebre” (corre junto a ella).

Las críticas hacen foco en la preparación de la niña. Si bien Piernicola se encargó de explicar en entrevistas a los medios de comunicación que su hija es rigurosamente llevada a control médico, se alimenta correctamente y hasta cumple con los deberes escolares, las dudas sobre las exigencias que un menor debe seguir para competir en ese nivel, recrudecieron.

Mariel El Jaber es profesora nacional de Educación Física y entrenadora Internacional de Atletismo (IAAF). En diálogo con Infobae, ratifica que lo hecho por Sara rompe con algunos paradigmas y abre el debate. En ese sentido, sostiene que a pesar de que falten datos para el análisis (edad precisa a la que empezó a correr, el volumen semanal de kilómetros que completa, el V02 máx que posee, entre otros), es posible afirmar que “el desarrollo psicomotor en los niños posee fases sensibles y lo que no se realice o estimule en esos períodos no podrá desarrollarse o se desarrollará con muchos límites más adelante”.

“Es decir, cuando pensamos que Sara está varias horas de la semana sumando kilómetros en vez de estar desarrollando sus capacidades coordinativas de manera lúdica (jugando)pensamos que está salteando etapas que luego de adulta no podrá recuperar“, completó la idea.

En la misma línea, la licencia en Alto Rendimiento Claudia Lescano, compartió su opinión a este medio: “La especialización a tan temprana edad es un tema que genera controversias. La edad cronológica de un niño no necesariamente corresponde con su madurez motriz. Y determinar este punto es fundamental para poder desarrollar un plan de entrenamiento que sea adecuado al niño en particular”.

Lescano fomenta la actividad, aunque no al nivel que lo hace Sara. Asegura que es esencial que los niños corran para desarrollar la resistencia aeróbica que sentará una base sobre la que luego se desarrollarán otras cualidades físicas, como la velocidad o la potencia. “Pero a esta edad (la de Sara) se debe trabajar en forma lúdica, a través de la creación de juegos donde se utilicen cargas (tiempos de carrera continua) teniendo en cuenta que el niño naturalmente corre y se detiene cuando se siente cansado o fatigado y es muy raro que comience a correr nuevamente si aún no se ha recuperado”, advirtió.

“Debemos tener en cuenta que hasta los 12-13 años no están maduros los sistemas anaeróbicos. En el caso de esta niña de 6 años cuyo objetivo fundamental es el rendimiento físico, tratando de mejorar un determinado tiempo, el niño debe ser exigido a lograr las adaptaciones fisiológicas necesarias para ello”, amplió Lescano.

La niñez y la adolescencia son períodos críticos para desarrollar habilidades de movimiento, aprender hábitos saludables y establecer una base firme para la salud y el bienestar de por vida. Para ello, el aporte de la actividad física es fundamental. Mucho más cuando es variada y no se centra solo en una disciplina.

“Muchísimas investigaciones demostraron lo vital del acervo motor (memoria motriz o motora). Todos los movimientos, la experiencia motriz, todos lo que descubrimos y aprendemos cuando jugamos o movemos nuestro cuerpo, en diferentes medios y con distintos materiales o elementos se guardan en nuestro cerebro, en nuestra memoria motora”, explicó El Jaber.

Y continuó: “Para que esta memoria sea rica, amplia y bien desarrollada, nuestra experiencia con los juegos, actividades y deportes en nuestra infancia debe ser plural y variada. Por eso es tan importante no hacer sólo un deporte de niño e ir de lo general a lo específico a medida que crecemos”.

Desde su experiencia y conocimiento, El Jaber remarcó que la disciplina de la carrera tiene una desarrollo tardío, es decir que un atleta tarda muchos años en llegar al punto de rendimiento máximo. “Está estudiado que lleva 10 años ininterrumpidos alcanzar este rendimiento tan deseado. Si llevamos este dato a Sara, estimando que comenzó a correr a los 4/5 años, llegará a los 14/15 años (en plena adolescencia) a su esplendor, una edad sin dudas bastante más temprana de lo deseable para disputar competencias del Alto Rendimiento”.

“Sabemos que un niño o niña tiene un cuerpo y un cerebro en desarrollo. Sus músculos, cartílagos, sus huesos están en crecimiento, por este motivo no pueden estar bajo altas intensidades o altos volúmenes de trabajo físico. Los niños tampoco están óptimos para mejorar su Vo2 máx (consumo máximo de Oxígeno), ya que su capacidad cardiovascular es limitada, porque su corazón (que también es un músculo) está en desarrollo, late en altas frecuencias por su poca capacidad de eyectar sangre (sístole)”, agregó.

Cuánto más pequeña sea la persona su cuerpo es mucho más susceptible a sufrir lesiones por gestos repetitivos, como sucede en una carrera”, aportó Lescano, que expresó la necesidad de dar el mensaje de que “lo de Sara es un caso excepcional y no significa que todos los niños puedan hacer lo mismo, porque no tienen la madurez necesaria”.

Hay un tema más que El Jaber subraya con un interrogante antes de finalizar: el aspecto psicológico. “¿Un desarrollo prematuro de un deporte, y más crucial aún del concepto de la competencia y la obtención de marcas, qué consecuencias provocará a posterior en la mente de un niño o niña?”.