Ridiculizando al país
Las propuestas retrógradas de Cancillería ante la OEA no tuvieron asidero
Después de la controversia que generaron sus objeciones, muy regresivas en términos de DDHH, ante la Asamblea de la OEA, Argentina tuvo limitar sus intervenciones en el documento final a "notas al pie" para no entorpecer todavía más el proceso diplomático.
La 54ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, que tuvo lugar durante dos días en Asunción, Paraguay, terminó este viernes, con controversias alrededor de una gestión diplomática argentina que propuso cambios retrógrados en las resoluciones sobre derechos humanos, con especial énfasis en barrer las referencias a derechos sexuales y reproductivos, ambientales y los relacionados con la diversidad.
Como ya lo venía anticipando con sus críticas al borrador de las resoluciones que tenían que terminar de definirse por consenso este jueves 27 y viernes 28 de junio en la capital guaraní, Argentina le dedicó los dos días de trabajo a objetar términos como "población LGBTI", "género", “tolerancia” y “cambio climático”.
El desempeño de la comitiva nacional generó críticas de casi todos los Estados miembros (con excepción de Paraguay) y un papelón diplomático en el que además dejar plasmado un giro ultraconservador en materia de política exterior, también quedó a la vista del mundo una interna dentro de la Cancillería. La figura detrás de estos movimientos es Úrsula Basset, la abogada antiderechos, que enfrentó resistencias internas y críticas de parte de otros países, especialmente de Estados Unidos, Canadá y México.
La Asamblea General de la OEA es el órgano en el que a lo largo de dos jornadas las delegaciones de todos los Estados que forman parte de ese organismo se reúnen para dejar asentados en resoluciones sus acuerdos básicos sobre temas de Derechos Humanos. En ese contexto la delegación argentina sostuvo una cruzada contra los derechos de casi todas las comunidades (diversidad sexual, mujeres, pueblos originarios, infancias, personas con discapacidad, personas con padecimiento mental).
En el marco de la Asamblea General, Úrsula Basset, señalada como la abogada detrás de esta profundización del giro reaccionario de nuestro país que sostiene posiciones contrarias a la Agenda 2030 de la ONU, se hizo presente en Asunción para “explicar las posturas argentinas” ante la comunidad internacional. Úrsula Basset es conocida por defender una mirada extremadamente retrógrada contra la educación sexual integral (ESI) en las escuelas, contra la Ley de IVE y el matrimonio igualitario. También ha expresado su oposición a muchas de las reformas del Código Civil aprobadas en 2016.
En los días previos a la 54ª Asamblea, el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Frank Mora, se refirió a las modificaciones que la comitiva argentina planteó. Mora dijo que si bien su país respetaba la postura argentina, esperaba que la aprobación de los documentos no se volviera un "show".
El gran debate hacia el interior de Cancillería fue quién estaría finalmente al frente de las negociaciones con la OEA en representación de nuestro país: si Basset o Sonia Cavallo (designada por la Ministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino), que es la actual representante argentina ante la Organización de Estados Americanos. La intervención de Basset desató la furia interna, porque no es una funcionaria con un cargo que la habilite para esa tarea. Basset y Cavallo se fueron rotando en las negociaciones con los otros Estados.
Las posiciones que la Cancillería llevó a Asunción no eran novedad para nadie. Hace semanas que la Argentina había venido intentando barrer en ese escrito con toda referencia a la “población lgbti” y “género”, entre otros conceptos declarados no gratos para la ideología libertaria.
La obstinación antifeminista, antidiversidad y anti Derechos Humanos en general de la Argentina mileísta fue el gran obstáculo para que la Asamblea pudiera tener un funcionamiento razonable. A lo largo del día jueves y el viernes, los representantes de la mayoría de los países se quejaron por el ritmo que adquirían las negociaciones debido a que la comitiva argentina obstaculizaba objetando contantemente conceptos que desde hace mucho tiempo son consensos básicos y discusiones cerradas. Y que incluso casi todos esos Estados, Argentina incluida, han ratificado adhiriendo a convenciones y tratados internacionales. De este modo, las jornadas se volvieron un debate párrafo por párrafo. Argentina objetaba, en algunos casos en tono muy agresivo, el uso de palabras como “tolerancia”, “mujeres en toda su diversidad”. Pedía cambiarlo por “mujeres”. También se opuso al uso del plural “familias”. Pidió primero que se usara el singular “familia” y cómo no tuvo modo de imponer ni esta ni ninguna de sus propuestas, terminó aceptando la denominación “unidades familiares”.
Durante los dos días de la Asamblea, los representantes de los distintos países miembros le recomendaron a delegación mileísta que, si planeaba sostener las posturas (antiderechos) que se desprenden de los comentarios al borrador del documento, entonces, se limitara a mantenerlas en forma de “notas al pie”. El pie de página es el recurso formal para absorber este tipo de disidencias, cuando las hay, ya que el contenido de estos documentos no se vota sino que se termina de redactar y aprobar por consenso.
“Argentina tiene un compromiso con garantizar la igualdad real de oportunidades, no considera que la paridad de género sea idóneo porque no incluye a la mujer sino que da una solución superficial con medidas estereotipadas que reproducen la desigualdad” fue una de las tantas notas al pie que la comitiva nacional solicitó agregar cada vez que el texto aparece alguna referencia con perspectiva de género.