Efecto PASO

Movimientos, presiones y renuncias en el Gabinete del Gobierno Nacional

Alberto Fernández no quiso echar a los “funcionarios que no funcionan”, mientras los ministros que responden a Cristina le presentaron la renuncia.

Era un día más en esta nueva vida agitada que vive el Frente de Todos, y sobre todo el Presidente, luego de la derrota que sufrió el Gobierno nacional en las PASO. Sin embargo, este miércoles fue más duro que el lunes y el martes, donde el primer mandatario comenzó a dar signos de apoyo a sus ministros más cuestionados, al mostrarse con ellos.

Alberto Fernández comenzó el día con la presentación del proyecto de ley de Promoción de Inversiones Hidrocarburíferas en el Museo del Bicentenario de la Casa de Gobierno. Fue un acto similar a los tantos otros que realizó desde que comenzó su “gira” por las provincias para captar votos y mostrar las acciones de gobierno. Allí volvió a mostrarse con el ministro de Producción, Matías Kulfas, y el de Economía, Martín Guzmán. También estuvieron el gobernador Axel Kicillof y las mandatarias de Santa Cruz y Río Negro, Alicia Kirchner y Arabela Carreras, respectivamente.

Un detalle no menor fue el guiño que le dio al ala kirchnerista Guzmán en su discurso, en el que buscó la conciliación con Cristina y los funcionarios que responden a ella, que son quienes más lo cuestionan. Al final del día, el gesto de Guzmán iba a tener su correlato.

Al finalizar el acto, el jefe de Estado se dirigió hacia José C. Paz, donde estuvo reunido con el intendente de ese municipio, Mario Ishii. Mientras Fernández hablaba con Ishii, sin saberlo él, la bomba explotó: el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, comunicaba que ponía a disposición del Presidente su renuncia. “Escuchando sus palabras del domingo por la noche, donde planteó la necesidad de interpretar el veredicto que ha expresado el pueblo argentino, he considerado que la mejor manera de colaborar con esa tarea es poniendo mi renuncia a disposición”, escribió al final de su carta el titular de Interior.

Inmediatamente se desató la incertidumbre, que estaba sostenida por la tensión desde que se perdieron las elecciones del domingo, ya que detrás de la renuncia de Wado los que pusieron a disposición de Fernández su “paso al costado” fueron los ministros de Justicia, Martín Soria, de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza, de Cultura, Tristán Bauer, y de Medioambiente, Juan Cabandié.

También se sumaron la directora ejecutiva de Anses, Fernanda Raverta, la directora de PAMI, Luana Volnovich, la titular del Inadi, Victoria Donda, el presidente de Acumar, Martín Sabbatella, y el presidente de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani.

Estaba claro que esta jugada era una presión de la vicepresidenta hacia Alberto Fernández por no correr ni haber dado señales, en las 48 horas posteriores a las PASO, de echar a los “funcionarios que no funcionan”, que son principalmente el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, Matías Kulfas, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y Martín Guzmán. Distintas versiones en el último tiempo suman también al descontento de Cristina a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, y al de Turismo y Deportes, Matías Lammens.

Según distintas versiones, el Presidente se enteró por los medios de que De Pedro le puso a disposición su renuncia. Alberto volvió a la Casa de Gobierno para reunirse con sus ministros más cercanos, los que no presentaron su renuncia, y allí empezaron todas las especulaciones. Que Alberto no quería dar el brazo a torcer, que Sergio Massa negociaba con Máximo, quien estaba en el Congreso con Cristina, para que haya paz, y que el presidente de la Cámara de Diputados estaba reunido para ser un superministro de Producción y Economía, con un equipo económico en sus espaldas (ya que Massa no es economista) o para ser el próximo jefe de Gabinete.

La tarde corría y todos los medios de comunicación informaban los movimientos. Desde el entorno de Cristina trascendió que ella había llamado a Guzmán para decirle que con él no era el problema y que no está en la nómina de los “funcionarios que no funcionan”.

La reunión de Alberto terminó y no pasó nada. El Presidente se volvió a Olivos por la noche. Ningún funcionario tampoco salió oficialmente a dar explicaciones de lo que sucedió. Sin embargo, al mediar la tarde apareció por la Casa Rosada Aníbal Fernández, actual interventor en Yacimientos Carboníferos Río Turbio, quien juró que no había ninguna crisis política y fue a Casa de Gobierno para hablar con el jefe de Estado. Pero dejó un mensaje: “Si me preguntan a mí, qué visión tengo, el cambio tiene que ser antes del 14 (de noviembre), pero el Presidente tiene que tomar una decisión”.

En el medio de la tarde, Alberto también recibió el llamado de los distintos gobernadores, como el de La Rioja, Tucumán y Jalil (de Catamarca), por ejemplo, para expresarle su apoyo. También lo hicieron intendentes vía redes sociales. Y el Movimiento Evita, junto a la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie, convocaron a una marcha para hoy a las 15 en Plaza de Mayo.

Al cierre de esta edición, Matías Kulfas había regresado a hablar con Santiago Cafiero a la Casa de Gobierno. Finalmente no hubo ninguna definición y solo ronda la incertidumbre.

¿Tembló la institucionalidad? ¿Tembló el Gobierno? ¿Fue una demostración de poder de Cristina hacia Alberto para decirle que debe dejar de mostrarse tan duro y cumpla con los cambios para modificar el rumbo de la gestión? ¿Nació el albertismo ante la resistencia de Alberto y el respaldo de gobernadores e intendentes? Todas preguntas que serán respondidas en los próximos días. Todo en el Día Internacional de la ­Democracia.