Polémica

Nueva Zelanda: Apercibieron a un canal de TV por una escena de sexo entre delfines

Un televidente la calificó como “un tipo de violencia sexual” contra una ejemplar hembra.

Un televidente se quejó porque el documental no incluyó la calificación correcta que hubiera funcionado como una advertencia para las familias delante de la pantalla.

El programa de la “escena ofensiva” se llama Our Big Blue Backyard (Nuestro gran patio azul) y es una serie documental sobre la vida marina en Nueva Zelanda. Sale por la TVNZ, la TV pública de ese país.

“Ella es atrapada en la superficie, y los machos se van turnando. Una vez que se aparearon, la dejan sola”, relata el locutor con un tono y una música de fondo que le aplican una tensión especial a la secuencia.

La denuncia de un televidente enojado

Para Chris Radford, que estaba mirando el capítulo, fue demasiado. “Aunque el comportamiento pudo haber sido natural, no deja de ser una clase de violencia infligida contra la delfín hembra. La pobre criatura trataba de huír de los delfines machos”, argumentó en su presentación ante la Broadcasting Standard Authority (BSA), el ojo oficial sobre los contenidos en Nueva Zelanda.

Puntualmente, marcó no debería haberse emitido el programa al aire en un horario de las 7.30 PM con la clasificación "General", identificada con la inicial G. Que faltó una advertencia sobre lo que se iba a ver

La respuesta del canal y la decisión

El canal respondió que el documental era “objetivo y educativo” y que las escenas “no deben ser asemejadas a la violencia sexual humana”.

La autoridad de control fue al detalle y precisó que el documental mostraba “a los delfines machos rodeando a la delfín hembra con sus genitales a la vista y en un momento un macho la penetra visiblemente... acompañado de un audio de llanto de delfines”.

No cuestionó la evaluación del canal sobre el contenido, pero le dio la derecha al televidente: dijo que el programa debió haber tenido una clasificación PG, que aconseja una “guía de los padres”.

Para respaldar su decisión, La BSA citó investigaciones sobre los hábitos de consumo mediático de los menores que identifican “al sufrimiento o la tortura animal como uno de los contenidos que los afectan”.

Y la puso la firma para resolver el pleito: “Consideramos que la audiencia tenía la expectativa de ver un programa calificado como 'G'. Pero mostraba escenas, imágenes gráficas y estaba dramatizado de tal manera que pudo haber generado un rechazo a algún niño mirando y requería una guía y supervisión adulta”.