Aclaración de la policía

Pettovello: una jugada de victimización que duró poco porque nadie intentó ingresar a su casa

El propio Milei se subió a la campaña mediática que buscó instalar un supuesto intento de intimidación contra su ministra más cuestionada. El parte policial confirmó que tras un llamado al 911 por “ruidos en los fondos de un predio cerrado de viviendas”, una patrulla concurrió al country donde vive Pettovello “no hallando anomalías visibles, ni daños, ni faltantes”.

La Policía Bonaerense, que hizo una inspección ocular, y la propia familia de Sandra Pettovello, desmintieron la versión sobre un intento de ingreso a su casa. La ministra vive en un barrio privado de Moreno que fue un emprendimiento de su familia, los Basilotta, dueños de la conocida fábrica de alfajores Guaymallén. De hecho, Pettovello, es accionista minoritaria de esa empresa. Lo cierto es que, tras un llamado al 911 por “ruidos en los fondos de un predio cerrado de viviendas”, una comisión policial concurrió al barrio “no hallando anomalías visibles, ni daños, ni faltantes”. El referente del barrio, Marcelo Rubén Basilotta, recorrió el perímetro con los policías constatando que estaban cortados dos boyeros -implementos eléctricos del cerco que no estaban conectados a nada-, pero que no se sabe desde hace cuánto se produjeron esos cortes. Los boyeros están alejados del predio en el que vive Pettovello. El parte policial está firmado por el comisario inspector Darío Gabriel Alegre y el comisario general Antonio Miguel Zalazar.

La versión de una especie de ataque contra Pettovello fue publicada en la tapa por los medios alineados con el gobierno de Javier Milei. Desde el punto de vista político, era volver sobre el supuesto perfil de la ministra luchadora contra “las mafias de los planes sociales y los comedores comunitarios y que ahora está amenazada”. Todo eso hizo agua por las denuncias de ineficiencia y, sobre todo, por la corrupción en convenios que terminaron supuestamente con dólares en los bolsillos de varios funcionarios. Tras la andanada de denuncias, renunciaron casi todos los funcionarios de Capital Humano, dejando a la ministra más bien sola. Se ve que pensaron que una historia de victimización venía bien para levantar un poco su deprimida imagen: una encuesta de Zuban-Córdoba, conocida este lunes, evidenció que 58,3 por ciento de los consultados considera que Pettovello manejó mal el tema y debería renunciar.

La desmentida policial

Los Basilotta armaron un barrio cerrado pequeño en el distrito de Moreno, sobre el Acceso Oeste. Este diario no publica el nombre para preservar la privacidad de la ministra. El emprendimiento sólo tiene 10 casas y no más de tres hectáreas en total. El abuelo materno de Pettovello, Ulpiano Fernández, fue el creador de la empresa de alfajores. La hija de Ulpiano, Cristina, se casó con Hugo Basilotta, tío de Sandra, el alma mater de Guaymallén y por eso ella ostenta el 3 por ciento de las acciones. El clan compró el terreno y cada uno de los integrantes se quedó con una parcela. La de la ministra es la 04.

El parte policial dice, textualmente, “personal uniformado realiza un rastrillaje, junto al dueño (Basilotta), no hallando anomalías visibles ni daños ni faltantes. Se mantuvo comunicación con la ministra quien al regresar refiere no haber sufrido ilícito alguno. Basillota dijo no haber hecho el llamado al 911”. En la recorrida, sobre la calle B, se encontraron dos boyeros cortados, “desconociendo la data desde cuando están así”. Los dos boyeros están alejados de la parcela 04, la de la ministra.

El fiscal, a cargo de la UFI 1 de General Rodríguez, Leandro Venticelli, pidió una evaluación de cuándo se habría producido el corte de los boyeros, pero no hubo forma de determinarlo, justamente porque no estaban conectados a la electricidad. En realidad, eran dos alambres cortados.

Lo asombroso es que, en lugar de mantener un perfil bajo para preservar la exposición de Pettovello, se lanzó una campaña mediática que, obviamente, tenía patas cortas. La historia se cayó a las pocas horas. Parece ser todo un estilo de la administración Milei: ruido, ineficiencia, humo y desmentida final.