Ciencia
Renunció un director del CONICET denunciando persecución ideológica
En su carta de renuncia, Manuel García Solá, dejó en claro que su salida no respondía a motivos personales.
Manuel García Solá presentó su renuncia a su cargo como director de la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en representación del sector agropecuario, cargo para el que fue designado por la Sociedad Rural Argentina (SRA) en 2022.
En su carta de despedida, el exfuncionario dejó en claro que su salida no respondía a motivos personales, sino a un profundo rechazo por lo que él consideró persecución ideológica dentro del organismo científico más importante del país.
García Solá, quien también se desempeñó como ministro de Educación durante el gobierno de Carlos Menem, especificó que uno de los motivos principales de su renuncia fue la oposición a “acciones persecutorias” dirigidas a becarios e investigadores del CONICET. Según su relato, el cambio de rumbo que tomó el gobierno respecto a las políticas científicas y tecnológicas, especialmente tras el cambio de administración en 2023, fue un factor determinante.
El exdirector denunció que el sector agropecuario había sido víctima de un aislamiento progresivo en las políticas científicas, donde las iniciativas que él mismo impulsó fueron desmanteladas o paralizadas. “La relación entre CONICET y la Sociedad Rural, que logramos fortalecer con el esfuerzo de todos, se cortó abruptamente cuando los actores cambiaron”, expresó García Solá en su carta. El proyecto de transferencia de tecnología de CONICET al sector agropecuario, que incluía una alianza con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y asociaciones de criadores, se estancó por el giro político en las políticas científicas del nuevo gobierno.
El trasfondo político detrás de la renuncia
La renuncia de García Solá con fecha del 6 de noviembre, estuvo precedida por una reunión con Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural, quien le habría solicitado su dimisión a raíz de las presiones provenientes desde el gobierno. Solá aprovechó la ocasión para expresar su desacuerdo con lo que calificó como un acto de “persecución por ideas científicas, políticas o religiosas”. En su carta, subrayó que, a pesar de haber sido nominado por la SRA, su accionar en el CONICET fue independiente y ajeno a los intereses de la entidad.
García Solá también recordó que su labor al frente del CONICET no fue remunerada, ya que su cargo era ad honorem, y su principal objetivo había sido acercar al mundo agropecuario y la comunidad científica. En este sentido, destacó la histórica visita de los cuatro presidentes de la Mesa de Enlace al directorio del CONICET, un hito que significó el derribo de barreras históricas entre ambos sectores.
El CONICET, uno de los organismos de ciencia y tecnología más prestigiosos de América Latina, ha vivido un período de tensiones internas y externas que reflejan los cambios políticos que atraviesa el país. La salida de García Solá es un ejemplo más de la creciente politización de la ciencia en la Argentina, donde las decisiones sobre investigación y transferencia tecnológica no están ajenas a las disputas ideológicas.