ECONOMÍA

Reservas en caída: el BCRA perdió más de u$s1.100 millones y crecen las dudas sobre el uso de los dólares del FMI

Mientras el Banco Central deja de comprar divisas, las reservas se diluyen y los analistas cuestionan el modelo que usa los dólares del FMI para sostener el tipo de cambio y la desinflación.

Desde fines de abril, el Banco Central acumula una pérdida de reservas de más de u$s1.100 millones. El retroceso coincide con la implementación de un nuevo régimen cambiario que dejó sin intervención al organismo en el mercado oficial, a menos que el dólar mayorista salga de las bandas entre $1.000 y $1.400.

Pese a que desde el Gobierno se insiste en que la acumulación de reservas “ya no importa”, la caída empieza a preocupar a economistas y analistas que observan una tensión creciente entre el objetivo de sostener la desinflación y la fragilidad externa.

El fenómeno ocurre luego del ingreso de fondos internacionales, como los recientes desembolsos del FMI, que habían llevado las reservas a rozar los u$s40.000 millones. Pero los pagos de deuda, las variaciones del oro y otras monedas de reserva comenzaron a consumir esos recursos. En paralelo, el Tesoro y el BCRA decidieron no intervenir comprando divisas, lo que amplifica la salida de dólares.

Para la consultora C-P, el oficialismo está utilizando el colchón del FMI como herramienta para garantizar un tipo de cambio bajo, subsidiando indirectamente importaciones, turismo y formación de activos externos (FAE). “Es un modelo expansivo de corto plazo: mejora ingresos reales, baja la inflación y hace más accesibles los bienes importados. Pero sufre consecuencias a mediano plazo sobre el empleo, la producción y la sostenibilidad cambiaria”, advirtió Pablo Moldovan, su director.

Desde otro ángulo, Melisa Sala, de LCG, desestimó la idea de subsidio: “Mientras el BCRA no intervenga, esas operaciones se compensan dentro del mercado mismo. Las FAE y los consumos en dólares con tarjeta se saldan entre privados”. Sin embargo, remarcó que “el stock de reservas sigue siendo clave para contener volatilidad”.

La gran inquietud es si el Gobierno podrá cumplir la meta de acumulación que pactó con el Fondo: u$s 5.000 millones hasta junio y u$s 9.000 millones hacia fin de año. Los analistas ven improbable ese objetivo si no hay compras en el mercado. Más aún: el uso de los recursos actuales permitiría cubrir los vencimientos solo hasta enero de 2026, incluso asumiendo que el FMI mantenga su apoyo.

En los próximos nueve meses vencen u$s16.000 millones en compromisos con organismos, bonistas privados y tenedores de bonos en pesos ajustados por tipo de cambio (bopreales). Para refinanciar, el Gobierno debería volver a los mercados voluntarios, lo que requiere una baja del riesgo país y una mejora significativa en el stock de reservas.

Según el Banco Provincia, para que la Argentina pueda volver a colocar deuda privada con cierta normalidad, las reservas deberían alcanzar al menos un 10% del PBI, lo que implicaría una acumulación adicional de u$s20.000 millones. De ellos, al menos u$s12.000 millones deberían venir del mercado de cambios, algo poco probable bajo el esquema actual y las declaraciones recientes del presidente Javier Milei.

En una entrevista reciente, Milei insistió en que la acumulación de reservas no es necesaria bajo un régimen de tipo de cambio flotante y que el pago de la deuda se hará con superávit fiscal. Pero los economistas advierten que ese superávit es todavía débil y que, para convertirlo en divisas, se requeriría presionar sobre un mercado ya frágil.

En ese contexto, el modelo oficial parece caminar sobre una delgada cuerda: usa los dólares del FMI para sostener el presente, mientras posterga decisiones estructurales que garanticen la sostenibilidad a mediano plazo. El problema es que, si los vencimientos empiezan a competir con las necesidades de importación o de estabilización, el margen de maniobra podría esfumarse rápidamente.