Elecciones 2023 vs 2019

Sociedad descreida: gran caída la participación electoral

La justicia electoral analiza medidas para incentivar la afluencia en los próximos comicios ya que en 14 de 16 provincias que eligieron gobernador cayó sustancialmente la asistencia para sufragar.

Las más de 20 elecciones provinciales y municipales realizadas este 2023 de la primer etapa electoral, dejaron en claro que la participación electoral sufrió un amplio descenso.

La primera conclusión a la que llegaron los analistas es el hartazgo de la sociedad con la política y la falta de entusiasmo con la oferta electoral. Esa podría ser una tendencia que podría trasladarse al escenario nacional en las próximas PASO, comicios que suelen tener - a lo largo de la última década- una menor participación que las elecciones generales.

La participación electoral bajó en 14 de las 16 provincias que eligieron gobernador en 2023 incluso siete de esas provincias no superan el 70% del padrón. Las últimas dos citas electorales volvieron a encender la alarma porque ahora la falta de incentivo ciudadana se trasladó a dos de los distritos más importantes del país: Santa Fé provincia y Córdoba ciudad en las que a penas llegaron al 60% de participación.

Las PASO en Santa Fe marcaban una oferta electoral atractiva para buena parte del electorado: la alianza opositora, integrada por el PRO, la Unión Cívica Radical y el socialismo, presentaron tres candidatos. El peronismo santafecino, encabezado por el senador oficialista Marcelo Lewandowski, también presentaba cuatro candidatos. Pero la oferta no fue tentadora para buena parte del electorado: casi el 40% de los votantes habilitados para esas PASO no asistió, una cifra significante para el tercer padrón más numeroso del país. La comparación con Santa Fe bajó incluso casi 9 puntos en comparación con las PASO de 2019.

Algo similar ocurrió el fin de semana en la ciudad de Córdoba, la capital del tercer electorado más populoso del país. Allí también había una buena competencia en el cuarto oscuro representada por el oficialista Daniel Passerini y por el candidato de la alianza entre el PRO y el radicalismo, Rodrigo de Loredo. El descontento se hizo notar de nuevo: la participación fue de apenas el 60,2% del padrón. A nivel provincial, el electorado cordobés ya había manifestado su baja motivación cuando, en los comicios que coronaron gobernador a Martin Llaryora, la participación fue del 68%, casi cinco puntos porcentuales menos que en 2019.

Las elecciones en Chaco, cruzadas por la desaparición de Cecilia Strzyzowski, le dieron un revés al gobernador Jorge Capitanich, pero marcaron hasta ahora el piso de la participación electoral en 2023: la participación fue de apenas el 63%. Detrás aparece Mendoza, con el 66% del padrón (fue el distrito con la caída más pronunciada en comparación a 2019), con la particularidad de que es la provincia con mayor caída en la participación en comparación con 2019, con 13 puntos menos. Detrás aparecen Río Negro y Córdoba con el 68% de participación, aunque este último caso es el más relevante por el tamaño de su padrón. Resta conocer qué ocurrirá con las elecciones a gobernador en Santa Fe, tras la baja participación registrada en las últimas PASO, que apenas llegó al 60 por ciento.

Pero más allá del descontento con la política, Mariel Fornoni enumeró otros factores que desincentivan al electorado, como la intensidad del calendario electoral y la falta de castigo para quiénes deciden no presentarse a pesar de la obligatoriedad del voto.

El castigo por incumplir la ley es prácticamente nulo. Para las próximas PASO, por ejemplo, el castigo por no ir a votar será de apenas 50 pesos. Además de la multa, se supone que no haber concurrido a los comicios podría dificultar trámites y la gestión de documentos personales, como el pasaporte, pero en la práctica no se aplica, indicaron fuentes judiciales. La justicia electoral mira con preocupación la tendencia a la baja de la participación, esperan los resultados de las internas de agosto y analizan medidas que puedan incentivar el voto de cara a las próximas elecciones generales.

Justamente, en la antesala de los comicios municipales en la ciudad de Córdoba, un mensaje emitido por la Junta Electoral de ese distrito generó polémica. El organismo publicó una solicitada en los diarios que mostraba la boleta que se utilizaría en el cuarto oscuro y adelantaba que no habría multas para quienes no se presentaran a votar. El título del mensaje era “El voto es obligatorio”, pero debajo decía “No se pondrán multas por no ir a votar”.

Tras los últimos antecedentes, la jueza con competencia electoral María Servini firmó ayer una nota que recuerda que el voto es obligatorio y, caso contrario, los incumplidores no podrán acceder a postularse a cargos públicos durante los próximos tres años después de la falta, y no podrán hacer trámites ante administraciones públicas nacionales, provinciales y municipales hasta un año después de la fecha de los comicios.

Aunque no hay una respuesta contundente, las tendencias hasta ahora marcan que los jóvenes son los electores más desencantados con los políticos, es decir, que los candidatos con más votos de esa franja podrían sufrir una merma ante la baja participación. Mariel Fornoni agregó, además, que la baja participación suele beneficiar a los partidos políticos con “aparato” o militancia organizada, ya que pueden movilizar a parte de su electorado incluso ante la falta de motivación natural por la oferta electoral.

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, ya manifestó su preocupación por el impacto que podría tener la baja participación electoral. El mandatario provincial se lo hizo saber durante estos días a los intendentes que lo visitaron en La Plata. La semana pasada, armó una ronda de reuniones con jefe comunales del conurbano y del interior bonaerense para repasar la gestión de obras, cómo venía la campaña y lo que quedaba por hacer hacia las PASO del 13 de agosto. Allí les dijo que preveían una baja participación electoral. En Unión por la Patria interpretan que es probable que los votos que no se sufraguen puedan llegar a ser propios, tal como ocurrió en la última elección legislativa, cuando en las PASO el nivel de abstención fue alto, pero luego achicado en los comicios generales.

Desde el retorno de la democracia, la participación electoral se mantuvo por encima del 70%; exceptuando las elecciones PASO del año 2021, realizadas en el contexto de la pandemia. Con una participación cercana al 68% del padrón electoral, fue la elección con más baja participación hasta ese momento. Según el relevamiento de datos históricos, las cifras más altas de participación se registraron en las elecciones de los años 1983 y 1989 superando más del 85% en los dos procesos electorales inmediatamente posteriores a la recuperación democrática.

En las elecciones siguientes de la década de 1990 los porcentajes bajaron, pero no de manera considerable, ya que la participación se mantuvo en un 82%. Tras la crisis económica, política y social desatada a principios de siglo, el porcentaje de la ciudadanía que ejerció su derecho al voto se mantuvo por debajo del 80% hasta el año 2015. En las elecciones presidenciales del año 2019, la participación en las PASO estuvo en un 76.40%, pero en las generales el porcentaje superó el 80 por ciento.

Esta tendencia que mantiene a las PASO con una menor participación se repite desde que se implementaron las internas abiertas obligatorias, en 2011. En las últimas elecciones de 2021, la participación fue de un 68% en las PASO, mientras que en los comicios generales el porcentaje se elevó a un 71 por ciento.