A 24 años de la muerte…

Solitario, rústico, pero con un mensaje vigente: el lugar donde mataron a Cabezas, 24 años después  

Por primera vez un equipo periodístico de La Plata se metió en la cava en donde asesinaron a José Luis Cabezas el 25 de enero de 1997. A casi un cuarto de siglo del hecho, una recorrida por el misterioso camino que los homicidas eligieron a un costado de la ruta 11 inter balnearia

El rudimentario camino resiste al paso del tiempo. Mescla de tierra y calcário que se levantan por el aire con la fuerza del viento entre las ruedas de los autos, y se mete hasta la garganta de cualquiera que se anima a transitarlo. Es una abertura de la ruta 11 (la histórica inter balnearia) que conecta a las localidades de la costa argentina, que gozaban de una temporada exitosa por el clima y la concurrencia de turista en aquel enero de 1997.

Un día como hoy, pero hace 24 años, José Luis Cabezas fue llevado a la fuerza hacia una cava ubicada a cinco kilómetros de la ruta en sentido hacia General Madariaga.

Hoy, el lugar en donde fue incendiado el Ford Fiesta Blanco, en un hecho en el que terminaron investigando y condenando a ex policías de Los Hornos, persiste el recuerdo en el medio de un silencio sepulcral.

Algunas fotos, un pa4r de rosarios deteriorados por el aire con sal que llega desde el mar y la cruz con su nombre resisten casi un cuarto de siglo, en el medio del campo, cerca de la Laguna Los Horcones, entre Pinamar y General Madariaga.

Aquel 25 de enero, un día como hoy, la noticia sacudió a la opinión pública en el medio de la temporada de verano en la costa Argentina.

Como en toda trama judicial, aparecieron los primeros “perejiles” durante las primeras horas después del hallazgo, que en este caso llevaron el nombre e hicieron famosa a “Pepita la Pistolera” y un grupo de familiares acusados de algunos robos menores en la zona de la costa. Pero luego se comprobó que no habían tenido nada que ver con aquel homicidio.

Al igual que ocurre todos los años, fotógrafos, periodistas y familiares de José Luis Cabezas, el reportero de 35 años que hoy tendría 59 si no lo hubiesen matado aquella madrugada de enero, participarán de homenajes y recuerdos.

Uno de ellos, en la región capital de la provincia, tendrá lugar en el barrio que lleva su nombre en Ensenada cerna de las 17.

Los otros serán como siempre, en Pinamar, a donde llegó el diario Hoy para reflejar en el medio de otra temporada exultante en cuanto al estado del tiempo, cómo está el lugar en donde mataron al fotógrafo y nacía la leyenda. Porque al fin de cuentas, nadie podrá negar que la muerte de Cabezas haya sido en vano, ya que tras aquella trágica madrugada nada fue igual para el periodismo y la democracia en nuestro país. En la famosa frase “Cabezas, presente” se mantiene vigente el pedido de justicia divina y hizo eterna la condena social por atacar a quienes trabajan libremente en un estado de derecho para llevar a través de las fotos o las investigaciones, un manto de claridad a temas que pueden resultar de interés a la comunidad.

Hoy, casi un cuarto de siglo después, el camino es recorrido durante el año por los campesinos de Madariaga que recorren a caballo el lugar variando animales o custodiando los campos linderos. Lejos de la urbanización, pero cerca de la memoria colectiva, el lugar del homicidio permanece como un agujero con pastos crecidos en el medio de un campo a 50 cuadras de la ruta 11.

En 24 años una persona puede nacer, crecer, formarse y hasta recibirse como profesional. Por eso nunca está demás el recuerdo para todas las nuevas generaciones, que no vivieron aquel verano del ’97, en donde muchos se divertían en la costa al ritmo del Trophy Hit y otros veraneaban en lujosas mansiones, mientras otro dejaba involuntariamente la vida por el solo hecho de “incomodar” con su trabajo, digna cualidad de un bien periodista