POLICIALES

Su ex la dejó en coma y ahora la Justicia lo mandaría a convivir con ella

Ernesto Rondón la atacó con una maza siete veces. Hoy sale en libertad y si la Justicia no actúa iría a vivir con ella.

Fátima Aparicio había llegado desde Salta a Tucumán escapando de la violencia de su marido y padre de sus tres hijos. Pero él la encontró la mañana del 8 de mayo de 2019, irrumpió en su casa y esperó a que llegara, escondido en el baño detrás de la cortina de la ducha. La atacó con una maza e intentó afixiarla. La golpeó siete veces en la cabeza antes de que ella perdiera el conocimiento. Cuando se despertó, estaba en la cama de un hospital y habían pasado 15 días. Ella sobrevivió a un intento de femicidio, y él, Luis Ernesto Rondón, este viernes podría recuperar su libertad.

Fátima se salvó porque los gritos alertaron a los vecinos y uno de ellos llamó a la policía y evitó que la matara. Rondón quedó detenido con prisión preventiva acusado de femicidio en grado de tentativa, y ella fue trasladada de urgencia a un hospital inconsciente, con edema pulmonar, coágulos en el cerebro y múltiples fracturas. Pasó las siguientes dos semanas en coma y su recuperación al día de hoy es un milagro.

Hace dos meses, la Justicia rechazó el pedido de prisión domiciliaria presentado por la defensa de Rondón porque, entre otras irregularidades, pretendía cumplirla en el departamento de la víctima, con ella. Pero este viernes vence el plazo y aunque tanto el Cuerpo de Abogados para Víctimas de Violencia contra la Mujer que la representa como la fiscalía pidieron la prórroga, no tuvieron todavía una respuesta.

Una semana antes de la agresión que la dejó al borde de la muerte, Fátima escuchó un nuevo audio de su marido y sintió que esa vez estaba decidido a matarla.
"Hicimos todas las presentaciones en tiempo y forma desde marzo, pero la prórroga todavía no se firmó", dijo Fátima, la víctima del brutal ataque. Una vez más revive el calvario del que creyó que estaba logrando salir, tiene miedo pero explica: "Soy el sostén de mis tres hijos, no puedo dejar el departamento porque tengo que seguir trabajando".

Decidió alejarse de ellos para protegerlos. Los chicos están en otro lugar desde hace una semana a la espera de que la Justicia resuelva la situación de Rondón. "Que le haga algo a mis hijos sería imperdonable para mí", manifestó Fátima con angustia en la voz. Cuenta que desde el ataque su hija más chica, de 8 años, vive aterrada. "Camina de costado para poder mirar hacia atrás y ver si nos sigue alguien", se lamentó.

Fátima nunca pudo siquiera tramitar el divorcio, aunque lo intentó varias veces. Contó que, cuando todavía vivían en Salta, su marido llegó a robarle los documentos para que no pudiera dejarlo. En ese momento, recibió ayuda de la Oficina de Violencia Familiar y de Género, que pudo poner en regla sus papeles y subirla a ella y a sus hijos a un micro para que se escaparan a Tucumán.

En tanto, Rondón nunca dejó de amenazarla por teléfono. Una semana antes de la agresión que la dejó al borde de la muerte, Fátima escuchó un nuevo audio de su marido y sintió que esa vez estaba decidido a matarla. Por eso intentó hacer una denuncia con los audios como prueba, no tuvo éxito."Me mandaron a hacer pericias psicológicas, psiquiátricas y médicas, y dijeron que volviera cuando tuviera los resultados", recordó.

Cuando recurrió a la fiscalía local para pedir una perimetral, la respuesta no fue mejor. "Se me rieron en la cara, literalmente", afirmó indignada. Así, volvió una vez más a su casa. Sola, sin custodia, sin botón antipánico. No tuvo tiempo de hacerse las pericias que le había pedido la Justicia a ella, la víctima. Una semana después Rondón la encontró y cumplió con su amenaza.

Ahora, todo está en manos de las juezas de la Sala VI Stella Maris Arce y Alicia Freidenberg. Ellas son quienes deben firmar, o no, la prórroga de la prisión preventiva del acusado. En tanto, el Cuerpo de Abogados para Víctimas de Violencia contra la Mujer, que depende de la Secretaría de Estado de Derechos Humanos de la Provincia, se constituyó como querellante en el caso.