Crisis económica

Un estudio indica que 7 de cada 10 argentinos tienen estrés financiero

Aumenta el porcentaje de personas que no llegan a fin de mes y que se endeudan para vivir. La morosidad de préstamos y tarjetas de crédito en niveles récord.

Un estudio reciente de la consultora Mercer revela que siete de cada diez argentinos experimentan algún tipo de estrés o preocupación al evaluar su situación financiera. El impacto es profundo: un 14% de las personas asegura sufrir niveles altos de estrés que afectan incluso su sueño y descanso; dentro de este grupo, dos de cada tres son mujeres.

Un informe de la UCA señala que el 15% de los asalariados sufre de inseguridad alimentaria

Además, el 22% de los encuestados siente que ha perdido el control de sus finanzas y un 19% admite que a menudo necesita pedir dinero prestado para llegar a fin de mes.

La capacidad de respuesta ante eventualidades es limitada. El 28% de los participantes indica que afrontar un gasto imprevisto de $250.000 representaría un desafío o una crisis significativa. El 78% de los encuestados posee trabajo a tiempo completo.

Sobre el endeudamiento, el 31% de los encuestados está pagando un préstamo actualmente. La relación cuota-ingreso en este segmento es preocupante y se distribuye de la siguiente manera:

47% afronta pagos mensuales que superan sus ingresos.

35% destina un tercio de su sueldo.

11% compromete la mitad de sus ingresos.

Aumento de la morosidad y uso de tarjetas de crédito

Datos del Banco Central indican que en agosto el 6,6% de los préstamos de las familias, incluyendo la financiación con tarjetas de crédito, se encuentran en mora. Este porcentaje triplica el registrado al inicio del gobierno de Javier Milei, duplica los niveles de la pandemia y supera ampliamente los picos históricos de 2008, 2009 y 2019.

Los tipos de préstamos que presentan mayor irregularidad son los otorgados por Prestamistas no Financieros (PNFC), o sea fintechs como billeteras virtuales o mutuales. Estos actores tienen menos regulaciones que los bancos tradicionales y suelen cobrar tasas abusivas. Apuntan a quienes no cuentan con respaldo para acceder a la banca tradicional, por ende a los eslabones más débiles.

Más tarjeteo en el supermercado

Un informe del Centro RA de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA destaca que el uso de tarjeta de crédito en supermercados pasó del 39% al 46% desde el inicio de la actual gestión hasta mayo de 2025. Aunque el consumo masivo cayó durante prácticamente todos los meses del gobierno actual, las operaciones con crédito siguen en alza, superando ampliamente a las de débito.

La comparativa entre períodos marca un giro drástico: mientras que en noviembre de 2023 el uso de tarjeta de débito duplicaba al de crédito, para 2025 el crédito ya explica el 46,2% del total de las operaciones (en 2022 representaba apenas el 13,3%).

Contexto macroeconómico

El escenario se explica por varios motivos, comenzando por un fuerte aumento del desempleo, que trepó del 5,7% en diciembre de 2023 al 7,9% actual. A esto se suma que los puestos de trabajo recuperados son mayormente monotributistas —informales y con menores salarios— y que los sueldos se mantienen congelados o sin homologación de paritarias en el sector privado.

Por otro lado, las tasas de interés para préstamos y refinanciación de tarjetas se mantienen muy elevadas. Esto responde a que es más rentable el carry trade y a la decisión del Gobierno de llevar los encajes bancarios al 53% en la previa de las elecciones, una medida de apretón monetario destinada a evitar presiones sobre el dólar.

Entonces, ¿cómo baja la pobreza según el INDEC?

En este contexto y con salarios que pierden contra la inflación, ¿cómo es que baja la pobreza? La medición de la pobreza y la indigencia en Argentina por parte del Indec solo tiene en cuenta los ingresos de cada hogar, por lo que no hay una mirada multidimensional que incluya educación, salud, servicios básicos, vivienda y empleo, entre otros.

Para la indigencia se toma como referencia la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y para la pobreza Canasta Básica Total (CBT): la primera toma en cuenta solo alimentos, mientras que la segunda incluye además bienes y servicios no alimentarios.

El último dato disponible es de agosto e indica que para no ser pobre un adulto debe tener ingresos de al menos $392.815. Para ejemplificar: un jubilado que recibe la mínima, que con bono incluído fue de $403.085 en agosto, no es considerado como pobre por el Indec.

En el caso de un hogar de tres integrantes la cifra asciende a $966.325, en casas de cuatro individuos $1.233.799 y en las de cinco $1.276.649. Para no ser considerado indigente, el adulto debe tener ingresos de al menos $176.150. Ninguno de esos números se incluyen gastos de alquiler.

Ambas canastas se actualizan por el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Si bien la metodología con la que se mide es la misma desde hace muchos años, a partir de diciembre de 2023 se da la particularidad de que el porcentaje de ingresos que las familias gastan en los servicios aumentó desmedidamente con respecto a los alimentos: los primeros tienen muy poco peso en el cálculo de la inflación, mientras que los segundos están mucho más ponderados.

Hay datos de la Encuesta Permanente de Hogares que se realizó en 2017/18 por parte del Indec pero que nunca se utilizaron (actualmente se usa una de 2004/05 que quedó desfasada). El propio INDEC reconoce esto, pero recién a partir de 2026 harán el cambio.