Entre Ríos
Duras condenas para la familia que abusaba de tres hermanitos en los “rituales del horror”
Los hechos ocurrieron en la localidad entrerriana de Oro Verde, desde 2005 hasta 2011, cuando las víctimas tenían entre 4 y 11 años.
La Justicia de Entre Ríos condenó este miércoles a penas de entre 9 y 25 años de prisión a los ocho acusados de violar y explotar sexualmente, durante años, a tres hermanos menores de edad durante rituales en los que había drogas y alcohol. El dato más aberrante fue que parte de la familia materna, incluso la propia madre de los chicos, participaron y facilitaron los abusos.
“Fue un trámite duro de pasar, sobre todo para las víctimas”, dijo en diálogo con Elonce la abogada querellante Marina Hundt. Al mismo tiempo, se mostró satisfecha con las condenas y destacó que el fallo “sienta un precedente importante y se suma a muchos otros casos que han podido ser condenados con anterioridad y todo va en pos de cambiar un poco el rol de antes de tener el ojo puesto en el victimario y hoy ponerlo en las victimas, sobre todo en la niñez y la adolescencia”.
La pena más alta la recibió la madre de las víctimas. Una tía de las víctimas fue condenada a 22 años de prisión, y un tío y el abuelo materno recibieron 20 años de cárcel. Entre los sentenciados hay, también, una vecina y un policía retirado. Otro de los imputados fue considerado autor material y responsable de los delitos de abuso simple reiterado y abuso sexual con acceso carnal.
“La familia paterna está contenta porque quería que se haga justicia; todavía tienen que digerirlo y ver los fundamentos de la calificación legal y las condenas”, agregó la letrada al valorar que la condena “es un primer pasito final”. El 5 de diciembre próximo, a las 13:00, se dará lectura íntegra a los fundamentos de la sentencia.
Los aberrantes detalles del caso que conmocionó a Oro Verde
La investigación se abrió en julio de 2013 a raíz de la denuncia del padre biológico de las víctimas, la cual involucraba a la mamá de los menores, una tía, un tío y el abuelo materno, una vecina, un expolicía y hasta un locutor de la localidad de Gualeguaychú.
A la madre se la acusó, y se pudo probar en el juicio, de haber llevado a cabo diversas conductas que alteraron el normal desarrollo sexual, tanto psíquico como fisiológico, de los menores despertándoles una temprana sexualidad y desviándoles el desarrollo de su futura líbido. En otras palabras, de haberlos “preparado” para que sus cuerpos “toleraran” los abusos sexuales a los que serían sometidos después.
Esas “preparaciones” consistían en actos sexuales de ella con sus hijos en los que los masturbaba o los obligaba a realizar acciones sobre su propio cuerpo: ella adulta y las víctimas, dos nenas y un varón, con 5, 6 o 7 años de edad.
Además de someterlos desde muy pequeños, la madre obligó a los chicos a participar de orgías y fiestas sexuales entre adultos, al principio como “observadores” pero luego ya obligándolos a ser parte activa de los actos sexuales que allí se realizaban.
Las “fiestas” y los rituales, según consta en los testimonios a lo largo de los años que los menores -hoy mayores de edad- fueron dando ante la fiscal del caso, sucedían en casas particulares de la localidad de Oro Verde, a unos 10 kilómetros de Paraná.