explotación sexual

Elevan a juicio la causa de la Secta de Villa Crespo

Según la investigación, la organización, que tenía como referente a Juan Percowicz, obtenía unos u$s460 mil al mes con la explotación sexual de unas 30 mujeres, tras la fachada de una organización de búsqueda espiritual.

 Los fiscales Carlos Stornelli, Alejandra Mangano y Marcelo Colombo solicitaron la elevación a juicio de la causa que investiga a la organización presuntamente liderada por Juan Percowicz, apodado "Papito", "Ángel" y "Maestro", que buscaba obtener ganancias millonarias tras la fachada de una escuela de yoga ubicada en el barrio porteño de Villa Crespo.

Unas 30 mujeres fueron víctimas de explotación sexual, escudada en la búsqueda espiritual y la "liberación". En las declaraciones, aseguraron que lo hacían "por su propia voluntad". Eran utilizadas para prostitución con grandes empresarios como clientes, lo que le daba a la organización ingresos por u$s460 mil al mes.

La Fiscalía Federal en lo Criminal y Correccional n°4 es por asociación ilícita, lavado de activos y trata de personas con fines de explotación sexual, aunque esta última acusación tiene el problema de que las mujeres aducen que no eran víctimas, lo que se presume que es consecuencia de la coerción realizada por la organización. Hay 17 personas imputadas.

Según la investigación, a través de un discurso filosófico, basado en un camino a la sabiduría y a la liberación, las víctimas debilitaban su voluntad y quedaban sujetas a los designios del "Papito".

La organización, que tras darse a conocer públicamente fue llamada "Secta de Villa Crespo", tenía una estructura basada en jerarquías en la que, para ascender, las mujeres debían mantener relaciones con hombres de poder. Así, podían pasar de "humanos comunes", en los primeros niveles, a "Alumnos", "Genios" y luego "Apóstoles".

Además, las mujeres eran llamadas "plantitas", ya que formaban parte del negocio llamado "Botánico", nombre con el que se ocultaba la explotación sexual de las víctimas, que tenían como clientes a empresarios en Buenos Aires, Nueva York, Chicago, Las Vegas y Londres. Además de la prostitución, su tarea era influenciarlos para que hicieran aportes económicos a la secta.

Un segundo grupo, más selecto, eran las llamadas "novias", que eran prácticamente reducidas a la servidumbre y debían responder a empresarios y convertirse en "alfombra para sus pies". Las que no alcanzaban a generar la suma exigida por mes por Percowicz debían pagar una multa.

"Viejas, jóvenes, gordas, flacas, todo se vende. Mientras está viva, se factura, si está muerta se factura un poco menos", había asegurado el líder en un evento.