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Loudoun, el condado más rico de EE.UU. que concentra el corazón de internet y la IA mundial

En el norte de Virginia, un territorio discreto y de alto poder adquisitivo se transformó en el epicentro mundial de internet y la inteligencia artificial. Allí se levantan casi 200 centros de datos que sostienen servicios críticos para millones de usuarios y, al mismo tiempo, generan un creciente rechazo entre residentes por su impacto en el ambiente, el paisaje y el costo de la energía.

Cruzar el condado de Loudoun, en Virginia, es ingresar a un escenario donde el silencio rural se mezcla con un zumbido constante. Ese ruido permanente es la banda sonora de 199 centros de datos, una concentración única en el planeta que convirtió a este territorio en el corazón global de internet y la infraestructura que alimenta la inteligencia artificial.

El nombre del condado saltó a los titulares en octubre pasado, cuando una masiva caída del servicio en la nube de Amazon paralizó plataformas bancarias, servicios digitales y redes sociales alrededor del mundo. La razón era simple: una porción crítica de la nube mundial está físicamente allí, en una sucesión de parques industriales que superan en capacidad incluso a los complejos que China ha levantado durante la última década.

El “callejón de los centros de datos”

Loudoun alberga alrededor de 200 instalaciones distribuidas en más de 45 millones de metros cuadrados, un volumen que llevó a bautizar la zona como el Data Center Alley. Aunque ocupan solo el 3% de la superficie total, representan cerca del 40% del presupuesto del condado, impulsando una economía que figura como la más próspera de Estados Unidos.

Pero a la par del crecimiento, también crecen las tensiones.

Vecinos en alerta

Emily Kasabian, vecina de un barrio residencial del condado, sintió un cimbronazo a principios de año cuando vio un cartel anunciando la construcción de un nuevo centro de datos justo frente a su casa. Cuando compró la vivienda, asegura, el principal atractivo era justamente estar lejos de estas gigantescas instalaciones.

“Nunca pensé que construirían uno enfrente. No habría comprado esta casa”, lamentó.

La preocupación no solo pasa por la estética industrial que reemplaza áreas verdes y calles residenciales. Los efectos secundarios se sienten en la vida cotidiana: ruido, impacto ambiental, vibraciones constantes y pérdida de biodiversidad.

Greg Pirio, otro residente de la zona, vive a pocos metros de un enorme bloque de hormigón y vidrio azul. Hace 13 años adquirió su casa cuando ese terreno era un bosque. Hoy, dice, los pájaros ya no pasan por allí: el zumbido permanente los ahuyentó.

El golpe a las tarifas eléctricas

A ese malestar se suma el impacto energético. Un informe de Bloomberg reveló que en los últimos cinco años las tarifas mayoristas de electricidad aumentaron hasta 267% en áreas cercanas a los centros de datos, producto del enorme consumo que requieren para operar y refrigerarse.

Una industria defendida desde la Casa Blanca

Pese a las críticas, la industria cuenta con sólidos respaldos políticos. El presidente Donald Trump prometió una política de expansión acelerada y anunció que su administración agilizará los permisos federales para nuevos centros, con el objetivo de consolidar el liderazgo estadounidense en inteligencia artificial.

Los números de la industria son atractivos: solo en Virginia, los centros de datos generan 74.000 empleos y más de US$5.500 millones en salarios cada año, según una auditoría estatal.

Por qué Loudoun se convirtió en el epicentro

La respuesta combina geografía, historia digital y oportunidad. A fines del siglo pasado, el norte de Virginia fue la cuna del boom de internet en EE.UU., con AOL instalada en la zona. La presencia de talento tecnológico, sumada a terrenos baratos y planos, y una política local favorable para atraer inversiones, consolidó el crecimiento acelerado de estos parques.

Las regulaciones siguen siendo mínimas. Este año, el gobernador republicano Glenn Youngkin vetó un proyecto de ley que buscaba poner límites y establecer controles más estrictos sobre la expansión de estos complejos.

Una carrera sin freno

A nivel nacional, los informes de mercado indican que en agosto de 2025 había más de 1.100 centros de datos en Estados Unidos, con casi 400 en construcción.

Aun así, los vecinos organizados buscan frenar o al menos ralentizar el avance. Temen que la proliferación de estas instalaciones transforme irreversiblemente la calidad de vida.

“Se están construyendo más rápido de lo que podemos reaccionar”, advirtió la activista Barbara Day. “No se puede elegir entre economía y bienestar”.

Para Kasabian y su familia, incluso surge la duda más difícil: si el proyecto frente a su casa avanza, quizás deban mudarse.

“¿Cómo saber dónde vivir para que no vuelva a pasar?”, se pregunta.