Ciencia
Descubren una nube atómica 20 veces más grande que la Vía Láctea
Mide unos dos millones de años luz de diámetro y se trata de la más grande jamás avistada hasta la fecha. El gran hallazgo podría ayudar a los investigadores a comprender mejor los orígenes de las galaxias.
El Radiotelescopio de Apertura Esférica de Quinientos Metros (FAST), ubicado en la provincia suroriental china de Guizhou, descubrió una nube atómica 20 veces más grande que la Vía Láctea.
El hallazgo se realizó mientras los científicos estudiaban el Quinteto de Stephan, un conjunto de galaxias situado a unos 10.000 años luz de la Tierra, en la constelación de Pegaso. Según detalló el organismo, la enorme nube de átomos de hidrógeno mide cerca de dos millones de años luz, unas 20 veces más que la Vía Láctea.
La importancia del gran hallazgo, realizado por un equipo internacional dirigido por astrónomos chinos y publicado en las últimas horas por la revista científica Nature, podría ayudar a los investigadores a comprender mejor los orígenes de las galaxias.
El extraordinario tamaño de la nube no fue el único rasgo que sorprendió a los expertos, ya que su ubicación, relativamente lejos del núcleo del sistema galáctico, también es algo inusual.
Según explicaron, este tipo de objetos se forman dentro o en las inmediaciones de las galaxias, debido a que en esos lugares se concentra la mayor cantidad de hidrógeno.
El descubrimiento fue posible al situar el FAST apuntando en dirección a un grupo de galaxias conocido como el Quinteto de Stephan, de actualidad en los últimos meses al ser protagonista de una de las primeras imágenes captadas por el telescopio James Webb.
“Desde su descubrimiento hace 145 años, el Quinteto de Stephan ha sido ampliamente estudiado por varios telescopios terrestres y espaciales”, sostuvo Xu Cong, el autor principal de la publicación, en declaraciones recogidas por el diario hongkonés South China Morning Post.
A su vez, el especialista remarcó que el hallazgo podría significar que otras estructuras gaseosas masivas acechan en otros lugares del universo y solo pueden ser observadas por potentes radiotelescopios como el FAST.
Su inesperado descubrimiento apoyará las simulaciones numéricas para explicar cómo se formó el Quinteto de Stephan e inspirará a futuras observaciones para comprender mejor el origen de las galaxias y otros cuerpos celestes.