Ciencia

El Telescopio Espacial James Webb captó una “huella digital” formada por dos estrellas gigantes

Según la NASA, estos anillos nebulosos son el resultado de un par de estrellas conocidas como Wolf-Rayet 140, que están ubicadas a más de 5.000 años luz de la Tierra.

El Telescopio Espacial James Webb, de la NASA, capturó una notable vista cósmica de al menos 17 anillos de polvo concéntricos, creados por un “tipo raro de estrella y su compañera en una danza celestial”.

La estructura anillar se produjo durante unos 130 años y abarca una región del espacio más grande que nuestro propio Sistema Solar.

Cuando las dos estrellas se acercan y las brillantes corrientes de gas que expulsan al espacio chocan entre sí, comprimiéndolas y formando polvo, forman un anillo polvoriento parecido a una “huella digital”, explicó la NASA.

El hallazgo se produjo gracias al Instrumento de Infrarrojo Medio (MIRI) del telescopio, que, en contraste con los sensores de Infrarrojo de Alcance Cercano, se centra en la luz que emana de los objetos espaciales que se encuentran en la región del espectro medio electromagnético. Esto se debe a que ve en luz infrarroja, un rango de longitudes de onda invisibles para el ojo humano.

Cabe remarcar que el fenómeno se produjo por el choque de dos vientos estelares, y fue objeto de una investigación que reunió a investigadores de ocho países, quienes publicaron sus conclusiones en la revista Nature Astronomy.

El sistema solar binario conocido como Wolf-Rayet 140 crea estos anillos cada ocho años, cuando las estrellas pasan cerca unas de otras en su órbita. Durante su acercamiento, los vientos solares de las estrellas chocan, causando que el gas que sale de las ellas se comprima en polvo.

“Parecía haber un patrón de difracción extraño, y me preocupaba que fuera un efecto visual creado por el brillo extremo de las estrellas”, remarcó el autor del estudio Ryan Lau, investigador principal del programa de Ciencia de Liberación Temprana del Webb y astrónomo asistente en el NOIRLab de la Fundación Nacional de Ciencia.

Y amplió: “Sin embargo, en cuanto descargué los datos finales, me di cuenta de que no estaba viendo un patrón de difracción, sino anillos de polvo que rodeaban a WR 140, al menos 17 de ellos”.

“Con la precisión de un reloj, WR 140 esculpe un anillo de humo cada ocho años, que luego se infla en el viento estelar como un globo”, expresó el profesor Peter Tuthill, del Instituto de Astronomía de Sídney, uno de los participantes del estudio. “Ocho años después, cuando el sistema binario vuelve a su órbita, aparece otro anillo, igual que el anterior, saliendo al espacio dentro de la burbuja del anterior, como un juego de gigantescas muñecas rusas anidadas”, completó.