Astronomía
Misterio en el espacio: Voyager envía “datos imposibles” a la Tierra
Lanzada hace 45 años, la sonda está operando en el borde del Sistema Solar y adentrándose en el desconocido espacio interestelar.
Si bien ya pasaron 45 años desde su lanzamiento en el Cabo Cañaveral, la sonda Voyager 1 sigue siendo uno de los grandes avances de la ciencia humana. Allí está: a 23.300 millones de kilómetros, abandonando el Sistema Solar para adentrarse en el desconocido y vacío espacio interestelar. A pesar de los años y la enorme distancia, aún cumple con su misión enviando y recibiendo regularmente datos de la Tierra, pero algo extraño está sucediendo ahora: algunos de esos datos son imposibles, y los científicos están tratando de resolver el misterio.
De acuerdo con los informes de la NASA, Voyager 1 está recibiendo y ejecutando comandos de la Tierra con éxito, pero las lecturas del AACS (Sistema de Control y Articulación de Actitud) de la sonda no reflejan lo que realmente está sucediendo a bordo. El sistema controla la orientación manteniendo su antena apuntando con precisión a la Tierra y todas las indicaciones sugieren que el AACS funciona con normalidad, pero los datos de telemetría que envía de regreso parecen generarse aleatoriamente y no reflejan ningún estado posible en el que podría estar el sistema. Además, el problema no ha activado ningún sistema de protección contra fallas que pueda poner a la Voyager en modo seguro, y la señal no se ha debilitado, lo que sugiere que la antena todavía está en su posición normal, apuntando hacia la Tierra.
La NASA dice que continuará monitoreando la situación, ya que es posible que otro sistema pueda producir datos no válidos, pero dice que no entiende por qué está sucediendo o cuánto tiempo podría continuar este problema. Un mensaje de la Tierra tarda aproximadamente dos días en llegar a la Voyager y obtener una respuesta de la nave. Existe la posibilidad de que la NASA no encuentre la fuente del problema y, por ejemplo, tenga que realizar cambios de software o usar uno de los sistemas de respaldo de la nave. Ya se hizo en 2017, cuando la Voyager tuvo que cambiar sus propulsores primarios a los secundarios.
“Un misterio como este es normal en esta etapa de la misión Voyager”, dijo Suzanne Dodd, gerente de proyecto de las Voyager 1 y 2 en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en el sur de California. “Las naves espaciales tienen casi 45 años, mucho más de lo que anticiparon los planificadores de la misión. También estamos en el espacio interestelar, un entorno de alta radiación en el que ninguna nave espacial ha volado antes. Así que hay algunos grandes desafíos para el equipo de ingeniería”.