Ciencia

Saturno se inclinó y formó sus anillos por la destrucción de una luna

Bautizado como Crisálida, el satélite orbitó el planeta durante miles de millones de años hasta que se acercó demasiado y se hizo pedazos.

A través de un estudio reciente, un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts acaba de arrojar una teoría sorprendente sobre Saturno, su inclinación y sus anillos. El trabajo apunta a la destrucción de una antigua luna del planeta que los científicos han llamado poéticamente Crisálida. Dicho satélite orbitó el gigante gaseoso durante varios miles de millones de años hasta que se volvió inestable y se acercó demasiado. En el encuentro, una parte impactó con el planeta, dejándolo con la inclinación actual. Otros fragmentos siguieron en órbita hasta que se rompieron en pequeños trozos de hielo que terminaron formando los característicos anillos.

En su trabajo, los investigadores llegaron a esta conclusión utilizando los datos obtenidos por la nave espacial Cassini de la NASA, que orbitó Saturno de 2004 a 2017. En concreto, se fijaron en algunas de sus últimas observaciones, tomadas durante su “gran final”, una fase de la misión durante la cual la sonda hizo una aproximación extrema para mapear con precisión el campo gravitacional alrededor de todo el planeta. El equipo descubrió que ya no está atrapado en una resonancia o asociación gravitacional con Neptuno, algo que, a su juicio, se explicaría por la pérdida de una luna que tendría aproximadamente el tamaño de Iapetus, el tercer satélite más grande de Saturno.

Junto con sus 83 hermanas (las lunas actuales de Saturno), Crisálida orbitó el planeta durante varios miles de millones de años, tirando del mismo de una manera que mantenía su inclinación u “oblicuidad” en resonancia con Neptuno. Pero hace unos 160 millones de años, Crisálida se volvió inestable. Entró en una zona orbital caótica, experimentó una serie de encuentros cercanos con las lunas Iapetus y Titán, y finalmente se acercó demasiado a Saturno.

Todo parece indicar que la mayor parte del cuerpo destrozado de Crisálida pudo haber impactado con el planeta, pero una fracción de sus fragmentos permaneció suspendida en órbita, rompiéndose en pequeños trozos de hielo para formar los anillos característicos. No solo se formaron estos, sino que la pérdida de la luna fue suficiente para sacar a Saturno de las “garras” de Neptuno y dejarlo con la inclinación actual.

“Esta teoría constituye una elegante constatación de los complejos efectos de la gravedad en sistemas planetarios y muestra que el Sistema Solar es un lugar rico y variado sujeto a permanente cambio”, dijo Ricardo Hueso Alonso, del Grupo de Ciencias Planetarias de la Escuela de Ingeniería de Bilbao.