ECONOMÍA

El Gobierno y los bonistas salen a buscar más acreedores para cerrar el canje

Luego de las tensas negociaciones y el apretón de manos virtual del martes por la madrugada, ahora, el Gobierno y los grupos de acreedores trabajarán en conjunto para sumar más bonistas y lograr una operación lo más amplia posible.

Sergio Chodos era secretario de Finanzas cuando, en 2005, la Argentina cerró la primera parte del canje de la deuda defaulteada a fines de 2001. En esta oportunidad, además de ser el representante argentino ante el FMI, tuvo un rol clave como negociador con los acreedores privados, al lado del ministro de Economía Martín Guzmán.

Enumera una larga lista de diferencias entre una y otra negociación, pero una similitud: “Enfrentamos un problema de deuda externa insostenible. Habíamos llegado en ese entonces, después del colapso de 2001 y 2002, con un default de varios años, un sobreendeudamiento externo y el derrumbe de la convertibilidad. Ahora teníamos el espiral de sobreendeudamiento brutal y una deuda insustentable”, dice un día después de haber cerrado el acuerdo con los tres grupos de bonistas principales.

Luego de las tensas negociaciones y el apretón de manos virtual del martes por la madrugada, Chodos consideró que, ahora, el Gobierno y los grupos de acreedores trabajarán en conjunto para sumar más bonistas y lograr una operación lo más amplia posible. “Ahora somos socios”, dice.

-¿Qué diferencias hubo entre aquella negociación de 2005 y la actual?

-En 2005 hubo una dimensión social externa que hoy no tenés. Por ejemplo había más de medio millón de jubilados italianos. Hoy hay una mayor concentración en cuentas institucionales. No están el capítulo (de acreedores individuales) Japón, el capítulo Alemania… El rol del FMI es distinto, aunque sí es común el hecho de que, en definitiva, el ejercicio de reestructuración no fue concebido como parte de un programa con el Fondo. En eso, la Argentina es un caso poco común a nivel global. Eso habla de los gobiernos de este signo, en la visión soberana, sin condicionamientos del FMI. Y otra diferencia muy importante fue que en 2005 lo medular fue la quita de capital y en esta instancia, el ajuste estuvo en el cupón de intereses.

-¿El nivel de aceptación necesario está garantizado con el acuerdo con los tres grupos?

-Si ellos tienen lo que dicen que tienen, uno puede asumir que llegamos al umbral del 50% (N. de la R.: el mínimo de aceptación que fijó la Argentina en su oferta de canje para hacer la operación). Como dijo el ministro, esperamos estar en una situación de activación importante de las Cláusulas de Acción Colectiva (CAC). Esto puede ir de forma agregada o por serie. Tenemos expectativas optimistas respecto de la aplicación de las CAC.

-¿Se llegará al nivel para que las CAC se apliquen de forma agregada y solucionar definitivamente el tema?

-Si no se llega al agregado total, será en una gran cantidad de series de bonos. Hay que esperar al 24 (la fecha del cierre del canje). Lo importante de esta instancia es que ahora somos socios con ellos.

-¿Deberían sumar más volumen de aceptación?

-Sí. Deberían traer lo propio y la persuasión, en su calidad de actores relevantes del mercado. Alguien escribía con criterio que esta reestructuración de la Argentina, en esta instancia, con estos actores jugando de este lado, ahora va a ser la mayor demostración potencial de éxito, de que funcionan las CAC a nivel global. Es la primera instancia en donde de verdad veremos si funcionan.

-Algo menos del 20% de los acreedores aceptaron la primera oferta argentina. Los tres grupos dicen tener un 50% del total de la deuda. ¿Es correcto pensar en que eso es un piso cercano al 70%?

-No voy a jugar a la quiniela. Ojalá. Hay que esperar al 24.

-La oposición, en general, consideró que se logró un buen acuerdo, pero que podría haberse cerrado antes. ¿Se podría haber hecho más rápido?

-La verdad que no. El promedio de reestructuraciones importantes dura 13 meses. Arrancamos en una situación en que una parte importante de acreedores decían que había un problemita de liquidez. No quedaba claro universalmente que la deuda era insostenible. En febrero, el FMI escribió en un comunicado: la deuda es insostenible. Eso fue un golpazo. En marzo, publicó su análisis de sustentabilidad. La réplica de los acreedores fue furibunda. Para nada pienso que esto fue demasiado lento. Además, en medio de una pandemia, sin reuniones presenciales, se canceló el G20, el FMI hizo su reunión de primavera de forma remota. De ninguna manera.

-Los próximos pasos serán, entonces, ¿sumar más voluntades y, en paralelo, empezar a negociar con el Fondo?

-La discusión con el Fondo puede empezar relativamente pronto. Depende de la decisión de las autoridades de pedir el programa. Ese proceso no debería ser rápido. Nada bueno sale si te apurás. Sobre todo, cuando los vencimientos de capital con el Fondo comienzan en septiembre de 2021. Hay tiempo y margen para un trabajo más consistente y firme. Recordemos que el FMI ha cambiado, tiene una nueva conducción, ha aprendido de sí mismo, pero sigue siendo el FMI, no es un banco de desarrollo.

-El FMI va a pedir definiciones sobre política fiscal y monetaria que el Gobierno todavía no dio.

-Podemos discutirlo, pero dentro de lo volátil de la pandemia. No es el mismo FMI. Pide a los países hacer los máximos esfuerzos fiscales posibles para mantener la actividad, ha dado líneas de crédito, alrededor de U$S25.000 millones en el mundo. Es consciente del mundo en que estamos. Va a ser distinto que antes, pero no distinto en sí mismo. No hará un giro de 180 grados.

-El FMI suele pedir, no un power point, como dijo el ministro el martes para rechazar las críticas por no explicitar un plan más concreto, pero sí un excel.

-No lo veo así. Suele pedir medidas, que pueden ser erróneas y las discutiremos. No pide un Power Point. Sí objetivos. Sí tener la presentación de la Ley de Presupuesto, pero no lo imagino como “dame un Power Point, decime lo que quiero escuchar”.

-¿Se pedirá un período de gracia similar al que se negoció con acreedores privados, pasar vencimientos fuertes para 2024 o 2025?

-En términos de los senderos de vencimiento, la idea es ir en esa línea. Pero tenemos que verlo. No me animaría a definir cómo va a ser el programa, de qué tipo.

-Se pueden articular los vencimientos con el FMI para que no se junten con los de la deuda privada?

-La idea es que la deuda siempre sea sustentable, ir modificando los vencimientos hacia algo lógico. Todo esto se discutirá cuando se vea qué programa habrá y con qué características.

-El ministro Guzmán también quiere pidió a los países del Club de París renegociar esa deuda. ¿Hubo avances?

-El vencimiento es a fines de mayo del año que viene. Deberá ser reprogramado, porque la tasa (9%) está fuera de todo margen. Esa discusión con el Club de París la vamos a dar oportunamente. Nos han indicado que esto ocurra después o en conjunto con la revisión del programa con el FMI. De todas maneras, el peso relativo es menor. Son entre 2000 y 3000 millones de dólares. La cifra no es importante, pero sí el hecho de que esté concentrado en una sola fecha de vencimiento. No prevemos que vaya a haber mayor dificultad con eso.

-El Congreso votó por muy amplia mayoría el canje de deuda local.

-Hubo una ley que salió 67 a 0 en el Senado y 247 a 2 en Diputados. Para mí, eso es tan importante o más que el logro con este grupo de acreedores. Deberíamos parar cinco minutos, en un país tan dividido, para pensar cómo se llegó a esto. Me parece una base importante, que demuestra la importancia de que el sendero de deuda pase por el Congreso. Creemos que el sobreendeudamiento se dio porque no pasó por el Congreso. Tenemos un problema de deuda y hay que seguir trabajando. Logramos un eslabón muy importante, pero no es el objetivo final. Lo que trabajó la Secretaría de Finanzas en la agenda de deuda en pesos también es muy importante, con la idea de salir del default en nuestra propia moneda. Ese fue quizás uno de los errores más salientes que ha habido.