Sepultero

“Turrón”, un peligroso delincuente que mató a un policía, fue asesinado a facazos en la cárcel

El individuo, de 23 años, había ultimado a balazos a un agente de la fuerza cuando tenía 15. En esta ocasión se peleó con otros internos por la disputa de un pabellón.

"Turrón”, peligroso delincuente que había sido detenido de adolescente por el crimen de un policía en 2015, fue asesinado tras una pelea con otros cuatro presos, informaron ayer fuentes policiales.

A César Maximiliano “Turrón” Aguilera González (23) lo mataron el miércoles en el marco de una pelea en el Pabellón 6 de la Unidad Penitenciaria Bonaerense 17, situada en Urdampilleta, partido de Bolívar, sitio al que había sido trasladado el 12 de diciembre y había quedado alojado en el sector de máxima seguridad.

Cumplía una condena unificada de 13 años por “homicidio agravado”, la cual finalizaba el 29 de noviembre de 2030. De acuerdo a los voceros, se enfrentó a otros cuatro reos con los que mantenía una disputa por el control del pabellón 6 y terminó con dos “facazos” en el cuello, lo que acabó con su vida.

Sepulturero

“Turrón” se había hecho conocido cuando fue detenido por su participación en el crimen del oficial inspector Ezequiel Alifraco (30), quien se desempeñaba en Operaciones Metropolitanas de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.

El suceso ocurrió el 25 de febrero de 2015 en Villa Domínico, en el marco de una tentativa de robo, cuando el uniformado estaba con su mujer y su bebé en su Peugeot 308 y fueron sorprendidos por varios delincuentes.

La víctima intentó defenderse pero fue atacado a balazos delante de su esposa y su bebé por los ladrones, que huyeron con los dos autos. Desde ese momento, “Turrón” comenzó a ser uno de los hampones jóvenes más buscados debido a que se estableció que formaba parte de una banda que cometía diferentes hechos delictivos en la zona sur del Conurbano.

Tras el crimen, se ocultaba en la zona de Villa Diamante, pero fue capturado el 22 de abril del 2015 por efectivos de Lanús que habían montado una vigilancia encubierta en el cementerio de ese partido, ante la sospecha de que pudiera ir a despedir los restos de su abuela recién fallecida.

El joven intentó despistar a los numerarios que lo buscaban, al disfrazarse de sepulturero y portar una pala para que no lo reconocieran, pero finalmente fue detenido y puesto a disposición de la Justicia.